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¿Puedo cambiar las emociones de mi familia?

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Hoy quiero reflexionar sobre una consulta que recibí:


“Hola, quería saber lo siguiente: ¿puedo cambiar las emociones de mi familia?”


Qué pregunta tan potente, ¿verdad? No sólo por el “sí” o el “no” que parece demandar, sino porque, si la miramos más de cerca, coquetea con un sentimiento que muchas veces nos atraviesa profundamente: la culpa.


La respuesta que voy a desarrollar hoy no es absoluta, ni pretende serlo. Lo que quiero es ofrecer una reflexión que los ayude a conectar con lo que sienten, con lo que significa esta pregunta y con lo que hay detrás de esa necesidad.


Las emociones como señales internas

Hemos hablado antes de que las emociones son señales internas, como brújulas que nos orientan hacia lo que queremos, lo que disfrutamos, lo que nos duele o lo que rechazamos. Son respuestas rápidas y automáticas que nacen de cómo procesamos cognitivamente una situación.

Las emociones son propias, únicas y personales, y eso significa que, en principio, no podemos cambiarlas en los demás. Lo que sentimos depende de cómo percibimos el mundo, nuestras experiencias pasadas, nuestras creencias y nuestros valores.


¿Pero acaso no influimos en las emociones ajenas?

Claro, en cierto modo, sí podemos influir en lo que sienten quienes nos rodean. Si, por ejemplo, vemos a un ser querido triste, podemos preguntar cómo está, ofrecer contención o incluso modificar lo que compartimos para no generar más angustia.


Por ejemplo:

Si sabemos que cierta información generará ansiedad, podemos elegir omitirla.

Si cuidamos nuestras palabras, podemos reducir el impacto emocional en el otro.

Sin embargo, esto no significa que cambiemos sus emociones directamente. Lo que estamos haciendo es influir en la forma en que procesan la información o el contexto que les damos. Pero aquí es donde entra un concepto importante: la manipulación, aunque sea con las mejores intenciones.


¿Es saludable intentar cambiar las emociones de los demás?

Cuando intentamos influir para evitar emociones incómodas, puede parecer que estamos ayudando, pero en realidad estamos controlando cómo perciben las cosas. Esto puede generar dinámicas insanas, porque asumimos un rol que no nos corresponde y, a largo plazo, no respetamos los procesos emocionales del otro.


Por ejemplo:
Imaginemos que en una familia ocurre una pérdida trágica. Todos los miembros sienten tristeza y, con el tiempo, cada uno procesa esa emoción a su ritmo. Pero, ¿qué sucede si un miembro queda estancado en la tristeza? Aunque queramos que esa persona “salga adelante” rápidamente, no es nuestro rol apurar su proceso.


Sanar requiere tiempo, trabajo personal y, muchas veces, apoyo terapéutico. Intentar cambiar cómo se siente esa persona puede ser una falta de respeto hacia su experiencia emocional y sus necesidades profundas.


¿Por qué queremos cambiar lo que sienten los demás?

Aquí volvemos a la culpa. Muchas veces, la necesidad de cambiar las emociones de nuestra familia nace de la incomodidad que sentimos al verlos mal. Tal vez creemos que si no intervenimos, estamos fallando como hijos, hermanos o padres.

Otras veces, si nosotros estamos bien y los demás no, sentimos que no tenemos derecho a nuestra alegría, lo que despierta una culpa paralizante. En estos casos, más que querer cambiar al otro, buscamos aliviar nuestra propia incomodidad.

Entonces, ¿qué podemos hacer?


Acompañar desde el amor:

Estar presentes, escuchar, ofrecer contención sin juzgar ni forzar un cambio.

Respetar los procesos individuales:
Cada persona tiene su tiempo y su forma de enfrentar las emociones. Nuestra tarea no es apresurar, sino respetar y acompañar.

Cuidarnos a nosotros mismos:
Si nos hundimos en el dolor de los demás, no podremos sostenernos ni sostenerlos. Mantenernos fuertes y con claridad emocional es esencial para poder ser un apoyo genuino.


No es tu rol cambiar cómo se siente tu familia. Pero sí es tu responsabilidad cuidar de tus propias emociones y reflexionar sobre por qué te impacta tanto cómo están los demás. Tal vez, el cambio que buscás afuera tiene más que ver con un trabajo interno.

Acompañar, respetar y soltar el control es el mayor acto de amor que podés ofrecer.



Espero que esta reflexión te haya servido para aclarar un poco tus emociones y pensamientos. Si querés profundizar en cómo gestionar tus emociones, no te pierdas el episodio completo del podcast, donde exploro esta consulta con más detalle.

Nos vemos el próximo lunes con más claridad mental.


Con cariño,

María José


17 de febrero de 2025
Cómo Superar el Síndrome del Impostor y Vivir con Claridad y Confianza Muy buen lunes de claridad mental. Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre algo que, aunque no siempre se dice en voz alta, afecta a muchas personas: el Síndrome del Impostor. Esa sensación persistente de que no somos tan capaces como los demás creen, de que nuestros logros son fruto de la suerte y no de nuestras habilidades reales. Si alguna vez te sentiste así, este artículo es para vos. En episodios anteriores, hablamos de las expectativas, el perfeccionismo y la tolerancia a la frustración. Temas que, aunque distintos, comparten una raíz común: el miedo y la autoexigencia. Hoy daremos un paso más y exploraremos el Síndrome del Impostor, entendiendo cómo se conecta con estas temáticas y, más importante aún, cómo podemos enfrentarlo. ¿Qué es el Síndrome del Impostor? El Síndrome del Impostor se manifiesta como una creencia interna de que no estamos a la altura, sin importar los logros que hayamos alcanzado. Como si, en cualquier momento, alguien fuera a “descubrirnos”. Según Valerie Young, autora de The Secret Thoughts of Successful Women, este fenómeno afecta al 70% de las personas en algún momento de sus vidas. Aunque tanto hombres como mujeres lo experimentan, nosotras solemos ser las más propensas debido a factores sociales y culturales que ponen sobre nosotras una carga extra de expectativas. Factores que Alimentan el Síndrome del Impostor 1. Factores Sociales y Culturales Vivimos en una sociedad que aún impone roles desiguales. Para muchas mujeres, la idea de que tenemos que demostrar que somos “igualmente capaces” que los hombres nos lleva a trabajar el doble y, aun así, sentir que no es suficiente. La presión de “ser la mejor”, lejos de fortalecer, desgasta. Incluso cuando logramos destacarnos, los fantasmas de la inseguridad y la autoexigencia pueden seguir rondando. 2. Factores Familiares El contexto en el que crecimos también juega un papel clave. Las expectativas que percibimos de nuestros padres, las historias de éxito que se nos contaron o los valores familiares que nos inculcaron, muchas veces nos hacen sentir que debemos alcanzar un ideal que no siempre nos representa. 3. Perfeccionismo y Autoexigencia El perfeccionismo es una trampa común. Nos impulsa a buscar un control excesivo, a obsesionarnos con los detalles y, muchas veces, a postergar decisiones importantes. Es una actitud que nos aleja de disfrutar los procesos y nos aísla de los demás, porque cuando algo no sale “perfecto”, aparece la frustración y la crítica constante. ¿Cómo Reconocer el Síndrome del Impostor? Valerie Young identifica cinco tipos principales de personas que experimentan el Síndrome del Impostor. Identificarte en alguno de ellos es el primer paso para comprender y transformar esta dinámica: La Perfeccionista : Siempre cree que podría haberlo hecho mejor. Se obsesiona con los detalles, y cuando algo no sale como esperaba, siente que fracasó. La Experta : Necesita saberlo todo antes de actuar. Siente que nunca tiene suficientes títulos, cursos o conocimientos para estar lista. El Genio Natural: Cree que todo debería salirle con facilidad. Si algo le cuesta, asume que no es lo suficientemente talentoso. El Solista : Prefiere no pedir ayuda porque lo considera una muestra de debilidad o una carga para los demás. La Superhéroe : Se sobrecarga de responsabilidades para demostrar que puede con todo. Pero, en el fondo, siente que nunca hace lo suficiente. Herramientas para Superar el Síndrome del Impostor Superar este síndrome no es un proceso rápido, pero sí posible. Estas estrategias te ayudarán a construir confianza en vos misma: 1. Cuestioná tus Pensamientos La reestructuración cognitiva es clave. Desafía esos mensajes internos del tipo: “Solo tuve suerte”. Buscá evidencia concreta de tus logros y reconocé el esfuerzo que te llevó alcanzarlos. 2. Aceptá que No Tenés que Saberlo Todo Aprender es un proceso continuo. Nadie tiene todas las respuestas, y no saber algo no te hace menos capaz. 3. Celebrá el Progreso, no la Perfección Enfocate en lo que has avanzado, no solo en lo que falta. Reconocer tus pasos es una forma de motivarte y disfrutar el camino. 4. Aceptá los Cumplidos Cuando alguien reconoce tu trabajo, decí gracias y dejá de restarle valor. Trabajá en aceptar el reconocimiento como una forma de validar tu esfuerzo. 5. Rodeate de Apoyo Hablar con personas de confianza ayuda a normalizar tus dudas. Compartir tus miedos no te debilita, te conecta. 6. Llevá un Diario de Logros Registrar tus avances, por más pequeños que parezcan, refuerza tu confianza. Este ejercicio diario te ayudará a enfocarte en lo positivo. Dos Claves Extra: Respiración y Planificación Incorporá Espacios de Respiración Consciente Cinco minutos de meditación al día pueden transformar tu energía y claridad mental. No digas que no tenés tiempo, porque lo que realmente significa es que no te estás priorizando. Planificá con Sentido Organizá tus metas considerando también tus espacios de disfrute. No postergues tu felicidad para “después del éxito”. Un buen plan incluye momentos para recargar energía, conectar con otros y disfrutar del presente. Preguntas para Reflexionar Antes de terminar, quiero invitarte a cuestionarte profundamente: En la vida ideal que deseás, ¿qué es lo más importante que estás buscando? ¿Qué hay detrás de los logros que perseguís? ¿Para qué hacés todo lo que hacés? Conectar con estas respuestas es esencial para redirigir tu energía hacia lo que realmente importa: vos misma. Te dejo un abrazo gigante y una invitación a priorizarte, a escucharte y a construir una vida donde el disfrute sea parte del camino, no solo el destino. con cariño María José
14 de febrero de 2025
Perfeccionismo vs. Progreso: Cómo dejar de procrastinar 🚀 Por María José Pedrini. Psicóloga y psicoterapeuta sistémica. ¿Alguna vez te encontraste atrapado/a en el bucle de "darle mil vueltas" a algo, queriendo que todo salga perfecto antes de lanzarte? 🤯 Ese momento en que una idea o proyecto parece que no está "listo" y, sin darte cuenta, terminás postergando la acción… Si te sentiste identificado/a, no estás solo/a. Esta trampa mental tiene nombre: perfeccionismo . El perfeccionismo puede disfrazarse de excelencia, pero la realidad es que, muchas veces, se convierte en un obstáculo para avanzar 🛑. Hoy quiero contarte qué es realmente, cómo afecta nuestra capacidad de actuar y, lo más importante, cómo podemos empezar a desarmarlo.  ¿Qué es el perfeccionismo? 🧐 El perfeccionismo no es simplemente "querer hacer las cosas bien". Es un mecanismo mental que nos lleva a fijarnos estándares altísimos, tanto para nosotros mismos como para los demás. Lo interesante es que este rasgo no es único, sino que tiene varias dimensiones : Perfeccionismo auto-orientado: Nos exigimos ser impecables, ya sea en el trabajo, en nuestras relaciones o incluso en nuestra apariencia. Esto nos hace convivir con una autocrítica constante y niveles altos de estrés y ansiedad. Perfeccionismo hacia los demás: Ponemos expectativas irrealistas en quienes nos rodean, lo que puede generar tensiones en nuestras relaciones. 🤝 Perfeccionismo socialmente prescrito: Sentimos que otros esperan demasiado de nosotros, lo que nos lleva a cargar con una presión externa agotadora. Estas formas de perfeccionismo están profundamente ligadas a nuestras emociones y cómo nos vemos frente al mundo. En todos los casos, el miedo al error o al fracaso se convierte en un enemigo silencioso que frena nuestro progreso. ¿Por qué nos lleva a procrastinar? 🕰️ El perfeccionismo y la procrastinación están íntimamente relacionados. Cuando sentimos que algo no está "perfecto", postergamos el momento de actuar, con la esperanza de encontrar el "momento ideal". Sin embargo, ese momento nunca llega. Esta mentalidad nos lleva a: Perder tiempo en detalles que no son tan importantes. ⏳ Adentrarnos en la "parálisis por análisis" , pensando tanto en lo que podría salir mal que no damos el primer paso. Evitar exponernos, por miedo a que nos juzguen o critiquen. ¿La verdad? El mundo no está esperando que seamos impecables. La perfección no existe y, mientras la perseguimos, nos alejamos de nuestros objetivos reales. ¿Cómo soltar el perfeccionismo y avanzar? 🌱 Si estás listo/a para salir de ese ciclo, aquí van algunas claves que pueden ayudarte a reconectar con lo esencial y dejar de procrastinar: Redefine tus estándares: Pregúntate si realmente necesitas que todo esté perfecto o si lo esencial ya está listo. Recordá que muchas veces, "lo bueno es mejor que lo perfecto". 🙌 Volvé a tu propósito: ¿Para qué estás haciendo esto? Tener clara tu motivación principal te ayudará a enfocarte en lo que importa y no perder tiempo en detalles secundarios. Acepta los errores como parte del proceso: No aprenderás sin equivocarte. Los errores no definen quién sos, sino que te muestran el camino para mejorar. Conectá con el momento presente: En lugar de preocuparte por lo que otros pensarán, focalizate en disfrutar el camino. El proceso también tiene valor. ✨ Preguntas clave para reflexionar 📝 Antes de dar el próximo paso, te invito a reflexionar con estas preguntas: ¿Qué harías si supieras que no podés fracasar? 🤔 ¿Qué te estás perdiendo por no animarte a dar el primer paso? ¿Cómo sería tu vida si no te exigieras tanto? Estas preguntas no solo te conectan con la acción, sino que te ayudan a liberar la presión innecesaria que te pone el perfeccionismo. Conclusión 🌟 El perfeccionismo no es el camino a la superación personal, sino una coraza que usamos para evitar la crítica y la vergüenza, como bien lo dice Brené Brown. Pero esa coraza pesa demasiado y nos impide avanzar. Por eso, te invito a volver a lo simple, a lo auténtico y a permitirte disfrutar del proceso. Acordate que no es necesario ser perfecto para ser valioso/a, ni para compartir tu talento con el mundo. ¿Y vos? ¿Qué te animarías a hacer si dejaras de buscar la perfección? Con cariño MJ Pedrini
14 de febrero de 2025
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