¿Todo es culpa del estrés?
¿Por qué todo es culpa del estrés?
Vivimos en una época donde pareciera que todo es culpa del estrés. Basta con ir al médico, hablar con un amigo o escuchar a un familiar para que, ante cualquier malestar, el diagnóstico sea el mismo: “Eso es estrés.” Urticarias, problemas digestivos, insomnio, ansiedad, e incluso problemas sexuales, todo parece tener la misma causa. Pero, ¿es realmente el estrés el culpable de todos nuestros males?
La respuesta es más compleja de lo que parece. El estrés, en realidad, no es el enemigo. Es una respuesta natural y adaptativa de nuestro organismo ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Cuando nos encontramos ante un peligro, nuestro cuerpo activa el estrés para ayudarnos a reaccionar, preparándonos para luchar o huir. Es un mecanismo de supervivencia que ha sido crucial para nuestra evolución.
Además, es importante destacar que no todo estrés es malo. Existe un tipo de estrés positivo conocido como eustrés. Este tipo de estrés actúa como un motivador que nos impulsa a superar desafíos, alcanzar metas y mejorar nuestro rendimiento. Por ejemplo, cuando tienes una fecha límite importante en el trabajo o te enfrentas a una competencia deportiva, el eustrés te da la energía y concentración necesarias para dar lo mejor de ti. En estos casos, el estrés no solo es útil, sino también necesario para movilizarnos hacia el éxito.
El problema surge cuando el estrés, en lugar de ser un impulso positivo, se convierte en una carga constante y mal gestionada. Vivir en un estado perpetuo de alerta, con niveles elevados de cortisol (la hormona del estrés) en nuestro cuerpo, es lo que nos conduce a experimentar esos síntomas negativos: insomnio, ansiedad, problemas digestivos, y más. Por lo tanto, el verdadero responsable de estos problemas no es el estrés, sino nuestra incapacidad para regularlo y recuperarnos adecuadamente.
Entonces, ¿qué podemos hacer para regular el estrés y evitar que se convierta en un problema crónico? Aquí te damos tres recomendaciones clave:
- Aprende a detectarlo: El primer paso para gestionar el estrés es reconocer cuándo lo estamos experimentando. Presta atención a las señales de tu cuerpo: tensión muscular, respiración acelerada, cambios en el sueño o el apetito, o una sensación constante de preocupación. Cuanto antes detectes estos signos, antes podrás tomar medidas para regularlos.
- Establece rutinas de recuperación: Después de atravesar una situación estresante, es fundamental darle a tu cuerpo y mente el tiempo que necesitan para recuperarse. Esto puede incluir actividades como practicar la respiración profunda, meditar, caminar al aire libre, o simplemente desconectar de las pantallas y las responsabilidades durante un tiempo. Estos pequeños momentos de autocuidado ayudan a bajar los niveles de cortisol y restablecer el equilibrio en tu organismo.
- Crea conexiones significativas: Las relaciones con los demás son una herramienta poderosa para regular el estrés. Hablar con alguien de confianza sobre lo que te preocupa, recordar momentos felices con seres queridos, o incluso compartir un abrazo, puede tener un efecto calmante sobre el cuerpo y la mente. No se trata de depender de otros, sino de usar el poder de las relaciones humanas para restaurar nuestra paz interior.
En resumen, el estrés no es el verdadero enemigo. Es una respuesta natural que, cuando se gestiona adecuadamente, no debería ser la causa de nuestros problemas. Y en su forma positiva, el eustrés puede incluso ser un aliado poderoso en nuestro camino hacia el éxito. El desafío está en aprender a reconocer el estrés, darnos el tiempo para recuperarnos, y apoyarnos en nuestras conexiones significativas. Con estas herramientas, podemos enfrentar la vida con mayor claridad y equilibrio, sin que el estrés se convierta en un obstáculo constante.
Con cariño,
MJ Pedrini

