Cuando el miedo nos estresa
Un guardián que nos protege
Primero, quiero que sepas algo esencial: el miedo es una emoción natural que está aquí para protegernos. Imagina al miedo como ese amigo bien intencionado que, aunque a veces puede ser un poco exagerado, siempre quiere lo mejor para ti. Está ahí para avisarte de posibles peligros y mantenerte a salvo, pero a veces, su protección se convierte en una prisión.
Cuando sentimos miedo, nuestro cuerpo y mente se preparan para una posible amenaza. Es una respuesta automática que nos mantiene en estado de alerta. Sin embargo, cuando el miedo se convierte en una constante, empieza a desgastarnos, a generar estrés y ansiedad.
La relación entre el miedo y el estrés
Vivimos en un estado de alerta perpetuo, y eso puede ser abrumador. El miedo, cuando se prolonga, activa la respuesta de estrés en nuestro cuerpo, lo que nos hace sentir agotados y paralizados. Imagina que tu mente está en modo de emergencia todo el tiempo; no solo te cansas más rápido, sino que también te cuesta tomar decisiones y actuar.
Atraviesa el miedo con estrategia
Para manejar el miedo, podemos utilizar una herramienta poderosa de la gestión de riesgos, aplicándola a nuestra vida diaria.
Vamos a desglosar un ejercicio que te propongo de cómo hacerlo:
Paso 1: Identificación de los miedos
Primero, haz una lista de tus miedos. No te preocupes por juzgarlos, solo reconócelo. Este primer paso es como ponerle nombre a la sombra para que deje de ser tan aterradora.
Paso 2: Evaluación de los riesgos
Ahora, evalúa cada miedo, comienza por uno sólo… no te aburmes!!!
- Probabilidad: ¿Qué tan probable es que este miedo se haga realidad?
- Impacto: ¿Qué consecuencias tendría si realmente ocurriera?
- Oportunidades: ¿Qué oportunidades podrían surgir de este miedo?
Paso 3: Decisiones con conocimiento
Aquí es donde entran las respuestas típicas en la gestión de riesgos. Vamos a ver cómo se aplican a tus miedos:
- Evitar el riesgo: Eliminar la causa del riesgo o cambiar el plan para evitar que el riesgo se materialice. Si tienes miedo de hablar en público y esto te genera gran estrés, podrías evitar situaciones en las que necesites hablar en público. Sin embargo, esto solo perpetúa el miedo. En lugar de huir, podrías comenzar a enfrentar el miedo en entornos más pequeños y amigables, como presentaciones a amigos o en grupos pequeños.
- Reducir el riesgo: Tomar medidas para disminuir la probabilidad o el impacto del riesgo. Si temes que un proyecto no cumpla con las expectativas, podrías prepararte mejor, practicar tus habilidades y buscar retroalimentación. Esto disminuirá la incertidumbre y te ayudará a sentirte más segura.
- Transferir el riesgo: Pasar el riesgo a otra parte, ya sea a través de delegación, seguro o contrato. Si temes que el fracaso en un proyecto pueda afectar tu reputación, podrías delegar ciertas tareas a alguien con más experiencia. De esta manera, el riesgo se comparte y tú puedes enfocarte en las partes donde puedes brillar más.
- Aceptar el riesgo: Reconocer que el riesgo existe y que puede tener impactos negativos, pero decidir proceder con una preparación adecuada. A veces, no podemos eliminar el miedo por completo. Aceptar el riesgo significa que entiendes la posibilidad de fracaso, pero te preparas para manejar cualquier resultado. Por ejemplo, podrías aceptar que podrías no lograr un objetivo a la perfección, pero te preparas para aprender y crecer a partir de la experiencia.
- Explotar el riesgo: Aprovechar el riesgo para obtener beneficios o descubrir nuevas oportunidades. Si enfrentas una posible crisis en tu carrera, podrías usarla como un trampolín para explorar nuevas áreas o habilidades que realmente te apasionen. En lugar de ver la crisis como un obstáculo, la transformas en una oportunidad para reinventarte y crecer.
Paso 4: Plan de acción
Crea un plan de acción basado en la evaluación de tus miedos y las decisiones que has tomado. Define pasos concretos para gestionar tanto los riesgos como las oportunidades. Esto te dará una guía clara y te permitirá enfrentar tus miedos con un sentido renovado de propósito y preparación.
Te abrazo con todo mi cariño y te animo a enfrentar tus miedos con valentía y esperanza. Cada pequeño paso que des hacia el entendimiento y manejo de tus miedos es un gran logro.

