¿Cómo distingo lo que siento?
Cómo distinguir lo que siento
Las emociones son parte fundamental de nuestra vida. Nos acompañan en cada paso que damos, aunque muchas veces no sepamos bien qué hacer con ellas o cómo entenderlas. Y es que las emociones son como mensajeros internos que nos guían para entender mejor lo que necesitamos. Hoy te invito a descubrir qué hay detrás de lo que sentimos, y cómo podemos aprender a gestionarlo.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son esas reacciones inmediatas que aparecen cuando algo sucede en nuestro entorno o dentro de nosotros mismos. A veces las entendemos, y a veces nos abruman, pero todas tienen un propósito. Son señales internas que nos indican qué necesitamos en relación con lo que nos está pasando.
Por ejemplo, si sentís miedo, tal vez sea porque percibís una amenaza. Si sentís tristeza, probablemente sea porque perdiste algo importante para vos. Aceptar las emociones, sin juzgarlas, es el primer paso para conocernos mejor.
Emociones primarias y secundarias
Podemos dividir las emociones en dos grandes grupos: las primarias y las secundarias. Las emociones primarias son las que aparecen automáticamente ante una situación. Son como reflejos universales: el miedo, la alegría, la tristeza, la ira, el asco y la sorpresa. Las sentimos todos los seres humanos y están allí para darnos información rápida sobre lo que está ocurriendo. Por ejemplo, si alguien cruza un límite personal, es normal sentir ira (una emoción primaria), porque nuestro cuerpo nos está diciendo que algo no está bien.
En cambio, las emociones secundarias son más complejas y surgen después de las primarias. Se mezclan con nuestras creencias, pensamientos y experiencias previas. Por ejemplo, después de sentir ira porque alguien nos trató mal, tal vez aparezca la vergüenza o la culpa, porque nos sentimos mal por cómo reaccionamos. Las emociones secundarias están más teñidas por nuestra historia personal.
¿Por qué es importante reconocer esta diferencia?
Porque cuando identificamos una emoción primaria, podemos ir directo a lo que realmente nos pasa. Muchas veces nos quedamos atascados en las emociones secundarias, como el resentimiento o la culpa, sin darnos cuenta de que debajo de todo eso tal vez haya tristeza o miedo. Ir a la raíz de la emoción nos permite entendernos mejor y actuar de manera más consciente.
Por ejemplo, si te enojás con tu pareja porque sentís que no te presta atención (ira, emoción primaria), al indagar un poco más, quizás descubras que lo que realmente sentís es tristeza o miedo a que la relación se esté debilitando. Y cuando te conectás con esa emoción primaria, podés comunicarte desde un lugar más sincero y vulnerable, en lugar de reaccionar impulsivamente.
Las 6 emociones primarias: ¿Qué nos dicen?
- Miedo: Nos alerta sobre un peligro o amenaza. Es nuestra emoción protectora.
- Alegría: Nos muestra lo que nos hace bien, lo que está en sintonía con nuestras necesidades.
- Tristeza: Aparece cuando perdemos algo valioso. Nos invita a procesar esa pérdida y sanar.
- Ira: Nos indica que nuestros límites fueron vulnerados. Nos da la energía para defendernos, pero requiere manejo para no actuar impulsivamente.
- Asco: Nos avisa de aquello que percibimos como dañino o inaceptable.
- Sorpresa: Nos permite adaptarnos a lo inesperado, redirigiendo nuestra atención a lo nuevo.
Cada una de estas emociones tiene una función, y aprender a escucharlas en lugar de rechazarlas es clave para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Sostener las emociones incómodas
Muchas veces intentamos evitar sentir emociones incómodas como el enojo, la tristeza o el miedo. Buscamos distraernos rápidamente con el celular, el trabajo o cualquier cosa que nos aleje de ese malestar. Pero cuando hacemos esto, dejamos de escuchar lo que nuestras emociones tienen para decirnos. Y es en esos momentos donde más necesitamos detenernos, respirar y sostener lo que sentimos.
No se trata de quedarnos atrapados en la tristeza o la ira, sino de permitirnos procesar lo que está pasando dentro nuestro. Es solo cuando nos damos ese espacio para sentir que podemos empezar a entender nuestras emociones y actuar desde un lugar más consciente.
Escuchar las emociones para vivir mejor
La próxima vez que sientas una emoción fuerte, te invito a no taparla ni rechazarla. Dale un espacio, preguntate: ¿Qué es lo que esta emoción me está queriendo decir? Tal vez detrás del enojo haya una necesidad de poner límites, o detrás de la tristeza haya un deseo profundo de reconexión con alguien que valorás.
Las emociones no son enemigas, son nuestras aliadas. Nos guían hacia un mayor entendimiento de nosotros mismos, siempre y cuando estemos dispuestos a escucharlas.
Con cariño
María José Pedrini

